21

Jul

Primero, el amor propio…

Si no nos valoramos, sentiremos que no somos dignos de que otros nos quieran o nos respeten, y eso que complicará? todas nuestras relaciones afectivas.

En muchas ocasiones, por no decir en todas, las respuestas no están afuera de nosotros sino adentro.

Las relaciones afectivas dependen de nuestras experiencias pasadas, de nuestras creencias y, por supuesto, de nuestra autoestima. Existen muchas definiciones de esta palabra y, por lo general, se piensa que hace referencia a lo que pensamos de nuestra apariencia física. En realidad, esta es solo una de las aristas que la componen.

La autoestima va más allá de mirarnos al espejo y aceptar los gorditos que se salen del pantalón. Es la manera en que cada persona se valora y la capacidad de reconocer el potencial que tiene para construir su felicidad, alcanzar metas y enfrentar los desafíos del camino. Es un concepto que incluye el autoconocimiento, el autoconcepto, la autoconfianza, la autoafirmación, el autocuidado, la autorresponsabilidad, la autorrealización, entre otros pilares que yo denomino: los autos que te llevan a un lugar mejor.

Infortunadamente, olvidamos fortalecerla. Nos acordamos cuando ya es demasiado tarde y el corazón está hecho puré. Porque la autoestima influye en todo (TODO). Permea nuestra forma de actuar y las decisiones que tomamos.

¿Cómo se ve reflejada en los encuentros románticos?

 

 

Foto: Getty

 

Habilidades sociales y capacidad de seducción

La conversación, la postura, la expresión corporal, los gestos, la mirada, la sonrisa y la presentación personal dicen mucho de alguien. Reflejan qué tan segura es una persona y qué tan fácil le queda acercarse a los demás. ¿Les ha pasado que conocen gente fascinante que no es precisamente la más agraciada? Esto se debe a la  autoconfianza y a la actitud. No se trata de poseer muchos encantos, sino de saber usarlos.

 

Elección de una pareja

El inconsciente suele hacer el trabajo por nosotras y nos lleva a fijarnos en personas que nos rechazarán, comprometidas, inalcanzables o que no nos convienen. Escogemos parejas que reafirman nuestros mayores temores. Si creemos que somos demasiado complicadas y que por esto es difícil encontrar a alguien que nos ame, sin darnos cuenta alejamos a la gente. El autosabotaje sale a la superficie para recordarnos asuntos personales sin resolver.

Comunicación y resolución de conflictos

Si callamos y toleramos determinadas situaciones para evitar un altercado, o si, por el contrario, armamos escándalo por todo y siempre estamos a la defensiva, nos enfrentamos dos caras de la misma moneda: una baja autoestima. Cuando no sabemos querer bonito, porque ni siquiera hemos empezado a querernos a nosotras mismas, será más complejo expresar sentimientos y opiniones de forma asertiva, y será imposible escuchar o ponerse en los zapatos de otros. Se trata de encontrar el balance: no agredir, pero tampoco someterse.

 

Establecer límites

Va desde aprender a decir “No”, hasta tener un mundo. No es una buena señal si la relación nos absorbe, nos diluimos en ella o decidimos convertirnos en algo que no somos para ser aceptadas. Nada ni nadie debe atentar contra nuestra dignidad, no debemos renunciar a nuestra autonomía y, mucho menos, permitir que nos hagan sentir menos.

 

Recuperarse de una ruptura

Si una mujer es dependiente y su relación amorosa es el centro de su vida, lo más probable es que cuando esta se acabe se sienta desolada y sin piso. Es normal que a todas nos duela una ruptura, porque no somos de hierro, pero si tenemos autoestima, contaremos con más herramientas para superar los momentos adversos, tendremos una mejor capacidad de adaptación a los cambios y el proceso de sanación será más rápido.

 

¿Cómo fortalecer el autoestima?

Debemos mejorar la percepción que tenemos de nosotras mismas. Para ello, hay que invertir tiempo en conocernos, de lo contrario, ¿cómo nos vamos a querer? También hay que trabajar en la aceptación de los defectos, de los errores cometidos y de nuestras supuestas imperfecciones físicas. Debemos asumir la responsabilidad por nuestros actos, lo cual no implica sentirnos culpables sino reconocer que tenemos el control y el poder para tomar decisiones. Es recomendable alejarse de situaciones o gente tóxica, y trabajar para que haya coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Lo ideal es tener metas claras y proyectos propios, que vayan más allá de las expectativas sociales y de complacer a los demás, y buscar formas de crecimiento integral. Es clave rodearnos de personas que aporten y nos den tranquilidad y bienestar.

 

Si nos sentimos completas en la soledad, no intentaremos llenar vacíos con una persona. La primera relación que debemos fortalecer es la que tenemos con nosotras mismas

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